Sí,

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El otro día leí esta entrada de Paula en Tres Pompones y no pude dejar de pensar en ella hasta que encontré esa frase que se pasa una y otra vez por mi cabeza y que quiero que se pase aún más. Esa frase que últimamente define mis días por propia voluntad.

"Puede ser divertido", pienso mientras me pinto los labios de rojo. No tengo que pintarme, ni arreglarme, pero eh, si lo hago es porque me gusta. No tengo que hacerlo de mala gana. Puede ser divertido.

"Puede ser divertido", me vuelvo a decir cuando estoy en el tren yendo al trabajo. Pueden ser ocho o nueve horas aburridas y repetitivas. Puede ser un día asqueroso en el que me equivoque cien veces y me muera de vergüenza doscientas. Pero puede ser que no. Puede ser divertido.

"Puede ser divertido", pienso, y lo veo en mi cabeza como un cartel megaluminoso de luces neón cuando tengo la oportunidad de charlar con alguien. Puedo descubrir lo que hace especial a esta persona o puedo aburrirme mortalmente. Tal vez al final dicha persona resulte ser nada compatible conmigo, pero... puede ser divertido.

"Puede ser divertido", me repito, y, en vez de caer en espiral, puedo empezar a volar en espiral, llenándome de risa y dejando que los pelos se me vuelen hacia donde todo este movimiento los lleve.

"Puede ser divertido", escribo con miles de colores en mi diario, y sonrío, porque realmente todo lo que hago en piloto automático y todo lo que hago que preferiría no hacer puede serlo. Puedo vivirlo y sentirlo mucho más.

Puede ser divertido encontrar mi voz. No tiene que serlo y por eso no hace falta que me presione para de repente empezar a divertirme más que ninguna otra persona que haya pisado este planeta. Pero, ¡eh!, es que, realmente, puede serlo, y la sola certeza de esta posibilidad hace que se suban las persianas y le deje el paso libre a la luz para cuando por fin corra las cortinas.